Nace en Castelnuovo d'Asti el 16 de agosto de 1815, fue educado por su madre en la fe y en la práctica coherente del mensaje evangélico.
Con sólo nueve años intuyó a través de un sueño que debía dedicarse a la educación de la juventud. Siendo todavía un muchacho comienza a entretener a sus coetáneos con juegos que alternaba con el trabajo, la oración y la instrucción religiosa.
Siendo sacerdote (1841) eligió como programa de vida: "Dame almas, llévate lo demás" (Jn 14,21) e inició su apostolado entre los jóvenes más pobres fundando el Oratorio y poniéndolo bajo la protección de San Francisco de Sales.
Con su estilo educativo y su acción pastoral, basadas en la razón, la religión y la amabilidad (Sistema preventivo) conducía a los adolescentes y jóvenes a la reflexión, al encuentro con Cristo y con los hermanos, a la educación de la fe y a su celebración en los sacramentos, al compromiso apostólico, civil y profesional.
Entre los más bellos frutos de su pedagogía emerge Santo Domingo Savio. La fuente de su infatigable actividad y de la eficacia de su acción fue una constante "unión con Dios" y una confianza ilimitada en MARÍA AUXILIADORA que sentía como inspiradora y sostén de toda su obra.
A sus hijos salesianos les dejó en herencia una forma de vida religiosa sencilla, pero sólidamente fundada en las virtudes cristianas, la contemplación en la acción y sintetizadas en el binomio "trabajo y templanza". Buscó los mejores colaboradores de su obra entre sus jóvenes, dando origen a la Sociedad de San Francisco de Sales. Junto a Santa María Dominga Mazzarello fundó el Instituto de las Hijas de M.ª Auxiliadora. Con buenos y trabajadores laicos, hombres y mujeres, creó a los Cooperadores Salesianos para apoyar y sostener la obra de la educación de la juventud, anticipando así nuevas formas de apostolado en la Iglesia.
El centenario de su muerte, acaecida el 31 de enero de 1888, Juan Pablo II lo declaró y proclamó Padre y Maestro de la Juventud. Su cuerpo descansa en la Basílica de M.ª Auxiliadora en Turín (Italia).