¡OH LLAVE DE DAVID Y CETRO DE LA CASA DE ISRAEL, QUE ABRES Y NADIE PUEDE CERRAR, CIERRAS Y NADIE PUEDE ABRIR, VEN Y LIBRA A LOS CAUTIVOS QUE VIVEN EN TINIEBLAS Y EN SOMBRA DE MUERTE!
MARÍA AUXILIADORA, PATRONA CANÓNICA DE POZO DEL CAMINO
sábado, 20 de diciembre de 2008
ANTÍFONA DÍA 19
ANTÍFONA DÍA 18
ANTÍFONA DÍA 17
VIRGEN DE LA ESPERANZA, DE LA EXPECTACIÓN O DE LA O
La devoción popular mariana viene asociada a distintos calificativos (de dogmas, virtudes, lugares, protección materna ...) Así: Inmaculada, Auxiliadora, Rocío, Caridad, Pilar, Covadonga, Desamparados... y una infinidad de nombres. Pero ninguno más corto y simpático que Virgen de la O; sí, simplemente O.
Este nombre le viene a María porque las siete estrofas de Vísperas, que preceden a la Navidad, empiezan por “OH”, signo de expectativa y esperanza del pueblo de Israel, y especialmente de María, en la llegada de un salvador, por lo que Virgen de la O es sinónimo de Virgen de la Esperanza. La fiesta de la Virgen de la Esperanza se celebra en España desde tiempos muy antiguos, siendo establecida litúrgicamente en el décimo Concilio de Toledo (656), presidido por su obispo San Eugenio III, con el nombre de Expectación del Parto. Con ella los obispos querían resaltar la fiesta de la Anunciación (25 de marzo), que por caer muchos años en plena cuaresma, no permitía celebrar con el debido esplendor el misterio de la Encarnación de Verbo y el estado de buena esperanza de María.
La esperanza es una virtud que acompaña al pueblo de Israel a lo largo de toda su historia. El pueblo de Dios tenía clara conciencia de su pecado y de que Dios remediaría su situación. Ahí están los primeros capítulos del Génesis: donde se origina el pecado y la muerte, allí mismo surge la promesa y la esperanza de la redención: “una mujer quebrantará tu cabeza” es la sentencia del Señor a la serpiente infernal. El pueblo de Israel, alentado por las enseñanzas de los Patriarcas y Profetas, fue creciendo en la esperanza de que Dios le libraría de todos sus males y pecados enviándoles un salvador. Pero entre todos los hijos de Israel la que más intensamente vivió la esperanza y ansió el cumplimiento de las promesas fue MARÍA. Los Santos Padres nos la presentan en oración, absorta en Dios, cuando recibe la visita del arcángel San Gabriel, pidiendo al Altísimo la pronta llegada del Mesías-Salvador. ¡Qué sentimientos tan tiernos y profundos debieron embargar su alma en aquellos momentos!. Consciente de su pequeñez bendecía al Señor de quien se sentía esclava. Glorificaba al Señor por su infinita misericordia con los pobres y los humildes. Y, sobre todo, agradecía al Altísimo que hubiese cumplido las promesas que durante siglos habían alentado al pueblo descendiente de Abraham. Pero María, por ser madre del Redentor y por voluntad del Padre, se convierte en fuente de esperanza para el nuevo pueblo de Israel. Así lo proclamamos cuando recitamos la salve: “Vida, dulzura y ESPERANZA nuestra”; en Ella depositamos nuestra esperanza de salvación. Y pensando en su maternidad salvadora, la Iglesia canta: “Nos devolvió la esperanza de vida, que Eva pecando nos quitó” (Vísperas del 22 de agosto). Ella es, pues, la esperanza de nuestra salvación en medio de las dificultades de la vida. Y así, el Vaticano II no duda en proclamarla SIGNO DE ESPERANZA, que precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante en esta tierra, hasta que llegue el día de Señor.
jueves, 18 de diciembre de 2008
jueves, 11 de diciembre de 2008
LOS PAPAS Y LA VIRGEN DE GUADALUPE
Pío X proclamó a Nuestra Señora de Guadalupe "Patrona de toda la América Latina"; Pío XI, de "todas las Américas"; Pío XII la llamó "Emperatriz de las Américas"; y Juan XXIII, "La misionera celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas". En esta gran basílica Juan Pablo II beatificó al indio Juan Diego el 6 de mayo de 1990.
En sus cuatro visitas a México, Juan Pablo II ha visitado el Tepeyac y honrado con profundo amor filial a la Virgen de Guadalupe a quien ha encomendado el continente Americano y su nueva evangelización.
En sus cuatro visitas a México, Juan Pablo II ha visitado el Tepeyac y honrado con profundo amor filial a la Virgen de Guadalupe a quien ha encomendado el continente Americano y su nueva evangelización.
El Papa Juan Pablo II nos enseña que, ante la actual cultura de la muerte, encontramos esperanza en la Virgen de Guadalupe, la gran abogada y defensora de la vida humana. Ella apareció embarazada. Los indios comprendieron que les visitaba la Madre de Dios. Tras la conversión, los indios cesaron de ofrecer sacrificios humanos que hasta entonces eran comunes. Por eso la Iglesia pide hoy día su intercesión para defender la vida contra el genocidio del aborto y otras amenazas contra los inocentes.
En su cuarta visita a México, del 22 al 26 de enero de 1999, Juan Pablo II puso a los pies de la Virgen el documento del sínodo de las Américas que en aquella ocasión entregó a la Iglesia como fundamento para la Nueva Evangelización que solo es posible por la obra del Espíritu Santo. La Virgen es la que propicia la obra divina con su FIAT. Así es corredentora con su Hijo Jesucristo. La cuarta visita del Papa a México coincidió con el 26 aniversario de la legalización del aborto en USA, poniéndose así de relieve la gran batalla mundial por la dignidad de la vida humana.
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