MARÍA MADRE
“Te pintaron para tener siempre un niño entre tus manos,
un niño receloso, amedrentado,
un niño estremecido y aterrado:
fugitivo de los sueños fantasmales,
de las torvas visiones,
de los siniestros mensajeros;
acaso fugitivo de sí mismo,
de su propio corazón despilfarrado,
de su amor excesivo.
Te pintaron para tener siempre un niño entre tus manos.
Te pintaron para tener siempre un niño entre tus manos.
¿Qué niño tienes ahora?
Por tus manos van pasando –vamos pasando-
todos los niños desvalidos de la tierra:
rostros negros, cobrizos, amarillos;
rostros blancos, mulatos y mestizos,
tatuados, torturados, navajeados;
el rostro del mendigo, del que arrastra los cartones,
del borracho y drogadicto,
del pobre maloliente,
y del que tuvo la desgracia de ser rico.
Hacia ti vamos viniendo –van viniendo-
Hacia ti vamos viniendo –van viniendo-
fugitivos de atropellos e injusticias,
fugitivos de apatías y desdenes,
de amistades abortadas,
de abrazos malogrados;
fugitivos de frustradas esperanzas,
de proyectos derrumbados.
Fugitivos de la propia cobardía,
del fastidio y la desgana,
y de todos los pecados capitales.
¿Qué niño es el que tienes ahora entre tus manos?
Pero tú sigues mirando,
porque siempre hay alguien que no ha llegado todavía,
Alguien a quien estás esperando.”
(Tirso Cepedal)