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martes, 16 de abril de 2013

EN ORACIÓN CON EL PAPA EMERITO EN SU CUMPLEAÑOS (16/ABR/2013)







En el día en que cumple 86 años de vida, elevamos a Dios una ferviente oración por nuestro amado Papa emérito Benedicto XVI, que durante ocho años ha guiado la Iglesia de Cristo con sabiduría y amor de padre. Rogamos al Señor que lo fortalezca y lo bendiga y a la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia y Auxilio de los Cristianos, que lo proteja siempre, mientras damos gracias – con palabras de su sucesor en la Cátedra de Pedro – por “su magisterio, su bondad, su dirección, su fe, su humildad y su mansedumbre”, en la certeza de que “Benedicto XVI ha encendido una llama en el fondo de nuestros corazones: ella continuará ardiendo, porque estará alimentada por su oración, que sustentará todavía a la Iglesia en su camino espiritual y misionero”.
 
 
 
“Me encuentro ante el último tramo del camino de mi vida y no sé lo que me espera. Pero sé que la luz de Dios existe, que él ha resucitado, que su luz es más fuerte que cualquier oscuridad; que la bondad de Dios es más fuerte que todo mal de este mundo. Y esto me ayuda a avanzar con seguridad. Esto nos ayuda a nosotros a seguir adelante, y en esta hora doy las gracias de corazón a todos los que continuamente me hacen percibir el «sí» de Dios a través de su fe” (Homilía del Papa Benedicto XVI con ocasión de su 85º cumpleaños).
 
 
 
 
 
 
 
 

lunes, 22 de agosto de 2011

domingo, 20 de marzo de 2011

FELICITACIÓN AL PAPA EN SU ONOMÁSTICA


Desde estas humildes líneas, felicitamos al Santo Padre en el día de San José.



ALGUNAS FRASES DE DON BOSCO SOBRE EL PAPA

  • Quien quiera pasar por buen católico, debe cuidarse de los que hablan mal de la religión, de sus Ministros y especialmente del Papa. Es mal hijo quien critica a su padre.

  • Estad íntimamente persuadidos de esta gran verdad: donde se encuentra el Sucesor de San Pedro, ahí está la verdadera Iglesia de Cristo. Nadie puede ser verdadero católico sinestar unido al Papa.

  • Nuestros Pastores y especialmente los Obispos nos unen al Papa y el Papa nos une a Dios.

  •  La verdadera religión de Cristo Jesús se encuentra únicamente en la Iglesia Católica; nadie puede ser un buen católico sin el Papa. Quien no tiene a la Iglesia por Madre, no puede tener a Diospor Padre.

  • Cualquier sacrificio es poco, si se trata de defender la Iglesia y el Papado.

  • Un deseo del papa, para mí es una orden.

  • En asunto de Religión, estaré siempre con el Papa, y con el Papa pienso quedarme como buen católico hasta la muerte.

  • Es de importancia fundamental para nuestra Sociedad, sostener la autoridad del papa.

  • Quien está unido al Papa permanece unido a Jesucristo, y quien rompe ese lazo, naufraga en el mar borrascoso del error y se pierde miserablemente.

  • Nuestra fe para ser viva y fructífera debe estar siempre iluminada por el Vicario de Jesucristo.

  • El Papa constituye el fundamento y la unión de toda la verdad religiosa.

  • Siempre debemos profesar a la cabeza suprema de la Iglesia la más profunda gratitud y la más respetuosa veneración.



lunes, 7 de marzo de 2011

MENSAJE DEL SANTO PADRE PARA LA CUARESMA 2011






«Con Cristo sois sepultados en el Bautismo,
con él también habéis resucitado» (cf. Col 2, 12)



Queridos hermanos y hermanas:



La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante, con vistas al cual me alegra dirigiros unas palabras específicas para que lo vivamos con el debido compromiso. La Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensifica su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor (cf. Prefacio I de Cuaresma).



1. Esta misma vida ya se nos transmitió el día del Bautismo, cuando «al participar de la muerte y resurrección de Cristo» comenzó para nosotros «la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo» (Homilía en la fiesta del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010). San Pablo, en sus Cartas, insiste repetidamente en la comunión singular con el Hijo de Dios que se realiza en este lavacro. El hecho de que en la mayoría de los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia «los mismos sentimientos que Cristo Jesús» (Flp 2, 5) se comunica al hombre gratuitamente.



El Apóstol de los gentiles, en la Carta a los Filipenses, expresa el sentido de la transformación que tiene lugar al participar en la muerte y resurrección de Cristo, indicando su meta: que yo pueda «conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos» (Flp 3, 10-11). El Bautismo, por tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo.



Un nexo particular vincula al Bautismo con la Cuaresma como momento favorable para experimentar la Gracia que salva. Los Padres del Concilio Vaticano II exhortaron a todos los Pastores de la Iglesia a utilizar «con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal» (Sacrosanctum Concilium, 109). En efecto, desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo: en este Sacramento se realiza el gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cf. Rm 8, 11). Este don gratuito debe ser reavivado en cada uno de nosotros y la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado, que para los cristianos de la Iglesia antigua, así como para los catecúmenos de hoy, es una escuela insustituible de fe y de vida cristiana: viven realmente el Bautismo como un acto decisivo para toda su existencia.



2. Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos a celebrar la Resurrección del Señor -la fiesta más gozosa y solemne de todo el Año litúrgico-, ¿qué puede haber de más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios? Por esto la Iglesia, en los textos evangélicos de los domingos de Cuaresma, nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor, haciéndonos recorrer las etapas del camino de la iniciación cristiana: para los catecúmenos, en la perspectiva de recibir el Sacramento del renacimiento, y para quien está bautizado, con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo y en la entrega más plena a él.



El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la Gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida (cf. Ordo Initiationis Christianae Adultorum, n. 25). Es una llamada decidida a recordar que la fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha «contra los Dominadores de este mundo tenebroso» (Ef 6, 12), en el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal.



El Evangelio de la Transfiguración del Señor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo, que anticipa la resurrección y que anuncia la divinización del hombre. La comunidad cristiana toma conciencia de que es llevada, como los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan «aparte, a un monte alto» (Mt 17, 1), para acoger nuevamente en Cristo, como hijos en el Hijo, el don de la gracia de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (v. 5). Es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal (cf. Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor.



La petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» (Jn 4, 7), que se lee en la liturgia del tercer domingo, expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua que brota para vida eterna» (v. 14): es el don del Espíritu Santo, que hace de los cristianos «adoradores verdaderos» capaces de orar al Padre «en espíritu y en verdad» (v. 23). ¡Sólo esta agua puede apagar nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Sólo esta agua, que nos da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, «hasta que descanse en Dios», según las célebres palabras de san Agustín.



El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38), afirma con alegría el ciego de nacimiento, dando voz a todo creyente. El milagro de la curación es el signo de que Cristo, junto con la vista, quiere abrir nuestra mirada interior, para que nuestra fe sea cada vez más profunda y podamos reconocer en él a nuestro único Salvador. Él ilumina todas las oscuridades de la vida y lleva al hombre a vivir como «hijo de la luz».



Cuando, en el quinto domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y la vida... ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27). La comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en él. La fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en la vida eterna abren nuestra mirada al sentido último de nuestra existencia: Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza.



El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la Gran Vigilia de la Noche Santa: al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos «del agua y del Espíritu Santo», y confirmamos de nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la acción de la Gracia para ser sus discípulos.



3. Nuestro sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo mediante el sacramento del Bautismo, nos impulsa cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la «tierra», que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. En Cristo, Dios se ha revelado como Amor (cf. 1 Jn 4, 7-10). La Cruz de Cristo, la «palabra de la Cruz» manifiesta el poder salvífico de Dios (cf. 1 Co 1, 18), que se da para levantar al hombre y traerle la salvación: amor en su forma más radical (cf. Enc. Deus caritas est, 12). Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo. El ayuno, que puede tener distintas motivaciones, adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa -y no sólo de lo superfluo- aprendemos a apartar la mirada de nuestro «yo», para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de tantos de nuestros hermanos. Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimista, sino que abre mayormente a Dios y a las necesidades de los hombres, y hace que el amor a Dios sea también amor al prójimo (cf. Mc 12, 31).



En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener, de la avidez de dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los bienes, en cambio, no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, única fuente de la vida. ¿Cómo comprender la bondad paterna de Dios si el corazón está lleno de uno mismo y de los propios proyectos, con los cuales nos hacemos ilusiones de que podemos asegurar el futuro? La tentación es pensar, como el rico de la parábola: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años... Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma”» (Lc 12, 19-20). La práctica de la limosna nos recuerda el primado de Dios y la atención hacia los demás, para redescubrir a nuestro Padre bueno y recibir su misericordia.



En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración, porque la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a nuestro corazón, alimenta el camino de fe que iniciamos en el día del Bautismo. La oración nos permite también adquirir una nueva concepción del tiempo: de hecho, sin la perspectiva de la eternidad y de la trascendencia, simplemente marca nuestros pasos hacia un horizonte que no tiene futuro. En la oración encontramos, en cambio, tiempo para Dios, para conocer que «sus palabras no pasarán» (cf. Mc 13, 31), para entrar en la íntima comunión con él que «nadie podrá quitarnos» (cf. Jn 16, 22) y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna.



En síntesis, el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz, es «hacerme semejante a él en su muerte» (Flp 3, 10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida: dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo, como san Pablo en el camino de Damasco; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo.



Queridos hermanos y hermanas, mediante el encuentro personal con nuestro Redentor y mediante el ayuno, la limosna y la oración, el camino de conversión hacia la Pascua nos lleva a redescubrir nuestro Bautismo. Renovemos en esta Cuaresma la acogida de la Gracia que Dios nos dio en ese momento, para que ilumine y guíe todas nuestras acciones. Lo que el Sacramento significa y realiza estamos llamados a vivirlo cada día siguiendo a Cristo de modo cada vez más generoso y auténtico. Encomendamos nuestro itinerario a la Virgen María, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como ella en la muerte y resurrección de su Hijo Jesús y obtener la vida eterna.



Vaticano, 4 de noviembre de 2010



BENEDICTUS PP. XVI





domingo, 7 de noviembre de 2010

"NOS VEMOS EN MADRID EL PRÓXIMO AÑO"




“Llevo a todos en mi corazón y por todos rezo, en particular por los que sufren, y los pongo bajo el amparo materno de María Santísima, tan venerada e invocada en Galicia, en Cataluña y en los demás pueblos de España. A Ella le pido también que os alcance del Altísimo copiosos dones celestiales, que os ayuden a vivir como una sola familia, guiados por la luz de la fe. Os bendigo en el nombre del Señor. Con su ayuda, nos veremos en Madrid, el año próximo, para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud. Adiós”

FRASES DE LA VISITA DEL PAPA




  • Junto a los progreso técnicos, sociales y culturales "deben estar siempre los progresos morales, como la atención, protección y ayuda a la familia".

  • "El amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural".

  • "La Iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización; para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado; para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente".
  • "Por eso, la Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar".
  • "En estos momentos, en que muchos hogares afrontan serias dificultades económicas, los discípulos de Cristo hemos de multiplicar los gestos concretos de solidaridad efectiva y constante, mostrando así que la caridad es el distintivo de nuestra condición cristiana".
  •  "Es imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y dignidad humana".
  •  Que la fe "alcance nuevo vigor en este Continente, y se convierta en fuente de inspiración, que haga crecer la solidaridad y el servicio a todos, especialmente a los grupos humanos y a las naciones más necesitadas".


EL REY JUAN CARLOS - "Muchos siglos separan al Pórtico de la Gloria de la Sagrada Familia. Por ellos ha transitado la aportación artística, cultural y religiosa del Cristianismo, clave para entender la personalidad histórica de España".



sábado, 6 de noviembre de 2010

¡¡BIENVENIDO A ESPAÑA, SANTO PADRE!!




Como es tradicional en nuestra Parroquia, sonarán las campanas
a la llegada del Papa a España y a su partida.


¡¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!!


FRASES DE SAN JUAN BOSCO SOBRE EL PAPA

  • Quien quiera pasar por buen católico, debe cuidarse de los que hablan mal de la religión, de sus Ministros y especialmente del Papa. Es mal hijo quien critica a su padre.

  •  Estad íntimamente persuadidos de esta gran verdad: donde se encuentra el Sucesor de San Pedro, ahí está la verdadera Iglesia de Cristo. Nadie puede ser verdadero católico sin estar unido al Papa.

  • Nuestros Pastores y especialmente los Obispos nos unen al Papa y el Papa nos une a Dios. 

  •  La verdadera religión de Cristo Jesús se encuentra únicamente en la Iglesia Católica; nadie puede ser un buen católico sin el Papa.

  • Quien no tiene a la Iglesia por Madre, no puede tener a Dios por Padre. 

  •  Cualquier sacrificio es poco, si se trata de defender la Iglesia y el Papado. 

  •  Un deseo del Papa, para mí es una orden. 

  •  En asunto de Religión, estaré siempre con el Papa, y con el Papa pienso quedarme como buen católico hasta la muerte.

  • Es de importancia fundamental para nuestra Sociedad, sostener la autoridad del Papa. 

  • Quien está unido al Papa permanece unido a Jesucristo, y quien rompe ese lazo, naufraga en el mar borrascoso del error y se pierde miserablemente.

  •  Nuestra fe para ser viva y fructífera debe estar siempre iluminada por el Vicario de Jesucristo.

  • El Papa constituye el fundamento y la unión de toda la verdad religiosa y de él depende la salvación del mundo.

  • Siempre debemos profesar a la cabeza suprema de la Iglesia la más profunda gratitud y la más respetuosa veneración.

lunes, 19 de abril de 2010

5º ANIVERSARIO DEL PONTIFICADO DE BENEDICTO XVI




Los más de mil millones de católicos del mundo celebran hoy y dan gracias a Dios por el don del pontificado del Papa Benedicto XVI en ocasión del 5º aniversario desde que fuera elegido a la Sede de Pedro el pasado 19 de abril de 2005.



En aquella ocasión, el Santo Padre en sus primeras palabras desde la Plaza de San Pedro para impartir su bendición urbe et orbi, dijo: "queridos hermanos y hermanas, después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela que el Señor sepa trabajar con instrumentos insuficientes y me entrego a vuestras oraciones. En la alegría del Señor y con su ayuda permanente, trabajaremos y con María, su madre, que está de nuestra parte".

viernes, 16 de abril de 2010

¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, DULCE CRISTO EN LA TIERRA!!


 “¡Feliz Pascua, amado Santo Padre! ¡Feliz Pascua, la Iglesia está con Usted!”.


“Padre Santo, está con Usted el Pueblo de Dios, que no se deja impresionar por las ‘habladurías’ del momento, de las pruebas que a veces vienen a herir a la comunidad de los creyentes”



“Padre Santo, nosotros procuraremos atesorar Sus palabras. En esta Solemnidad pascual, nosotros rezaremos por Usted, para que el Señor, Buen Pastor, continúe a sostenerle en su misión al servicio de la Iglesia y del mundo.

¡Feliz Pascua, Padre Santo!

¡Feliz Pascua, dulce Cristo en la tierra!

¡La Iglesia esta con Usted!”
 
 
 
HACEMOS NUESTRAS LAS PALABRAS DELCARDENAL ANGELO SODANO QUE DIRIGIÓ AL PAPA EN LA MISA DE RESURRECCIÓN,  PARA FELICITAR AL SANTO PADRE EN SU 83 CUMPLEAÑOS

¡¡QUÉ CUMPLA 300 MÁS, SANTO PADRE!!