lunes, 8 de febrero de 2010

9 DE FEBRERO: SOR EUSEBIA, HIJA DE MARÍA AUXILIADORA



Eusebia Palomino Yenes, nacida en Cantalpino (Salamanca), el 15 de diciembre de 1899, pasó una infancia pobre, pero radiante de luz y de fe, en la pobrísima casa en donde el padre, la madre y las hermanas alternaban el trabajo y la oración, en un clima de amor recíproco y de solícita caridad para todos.

Ya desde muy joven, su vida se vio marcada por intensas jornadas de trabajo en favor de familias de su pueblo y, más tarde, también de la ciudad.

Habiendo aprendido de su padre, con vivo interés, las primeras nociones del catecismo, le consintieron recibir el “Pan del Cielo”, a los nueve años. En esos momentos Eusebia vive en su interior algo grande e inefable: se ha encendido la llama de un intenso amor a Jesús Sacramentado, que le produce una felicidad inmensa en cada encuentro eucarístico.

Este amor la lleva a vencer las dificultades y a superar el tierno afecto que siente por su familia, para consagrarse enteramente al Señor como Hija de María Auxiliadora (1924). Destinada a la casa de Valverde del Camino de nuestra diósecis onubense,  se le confía la cocina y otras responsabilidades comunitarias, para las cuales se ofrece con su servicio amable y su alegre disponibilidad. En el Oratorio Festivo se encarga, con eficacia, de las niñas más pequeñas, aunque con frecuencia se ve rodeada de jóvenes e, incluso, de adultos, todos atraídos por su espíritu de oración y de fe convencida y que convence. Su deseo más profundo era “hacer resonar en cada casa la oración” y que en cada alma fuera honrada la Pasión del Señor.

Ella misma se hace propagandista incansable de la devoción a las Llagas del Señor a fin de obtener el perdón y la misericordia para todos los pecadores.

En 1931, poco antes de la revolución, sor Eusebia se ofrece al Señor, víctima por la salvación de sus hermanos de España y del mundo. Durante tres años vivirá en medio de terribles sufrimientos en una creciente y alegre espera del paraíso, que culminará el 10 de febrero de 1933. Su cuerpo reposa en Valverde, en el colegio María Auxiliadora.


domingo, 7 de febrero de 2010

SOR EUSEBIA PALOMINO, PERLA DE LA IGLESIA ESPAÑOLA



Si en tu corazón sigue viva la ilusión, el optimismo y las ganas de hacer visible las semillas de bondad que se ocultan en el corazón de los hombres:

TU CORAZÓN ES “SALESIANO”

Si has descubierto que la felicidad está en hacer felices a los demás, que los dones que Dios te ha dado son para los que están a tu lado y que la verdadera alegría se vive en el Señor...

TU NOMBRE ES "SALESIANO"

 
Si ves que en cuanto haces, late una voz interior que te invita a buscar siempre el bien y a llevar esa bondad a los que están a tu lado,

TU MODO DE HACER ES "SALESIANO"


 

Si tu corazón es «Salesiano»,

tu nombre es «Salesiano»,

y tu modo de hacer es «Salesiano»



HOY TIENES MOTIVO DE FIESTA

¡¡¡FELIZ FIESTA DE SOR EUSEBIA!!!

sábado, 6 de febrero de 2010

HAITÍ: 24 DÍAS DESPUÉS

La Congregación salesiana se moviliza para atender a miles de personas en Haití


Las personas que deambulan sin hogar, los huérfanos y la escolaridad -partida en dos a raíz del terremoto- son los tres graves problemas más preocupantes hoy en Haití.

Los salesianos, con una presencia muy significativa en el país, están organizando la ayuda repartida, proveniente de todos los lugares del mundo, desde Santo Domingo



Los problemas en Haití van evolucionando y transformándose. De las muertes, la destrucción y los heridos, se está pasando al hambre, al ingente número de huérfanos y de personas sin hogar. Poco a poco, el polvo de los edificios derrumbados, que lo cubría todo, va disipándose, y el panorama que deja ver es desolador, en un país que ya de por sí vivía en la miseria.

Los salesianos tienen una larga historia en Haití. En todo el país, cuentan con 11 casas, de las que 5 se encontraban en la zona más afectada, que han resultado destruidas casi por completo.

Como en el resto del mundo, la Congregación salesiana vive volcada en la educación de los niños y jóvenes, mediante escuelas, centros de formación profesional, centros juveniles y oratorios. En el caso de Haití, el terremoto se llevó por delante la vida de 3 salesianos, y de 500 niños y jóvenes que se encontraban en un centro de formación profesional. Tan sólo imaginarse tal masacre bajo los escombros de un colegio ya pondría los pelos de punta a cualquiera, pero los salesianos reconocen que, a esta cifra, debe sumarse la de los niños que pasaban de manera informal por centros juveniles y oratorios, y de la que no tienen noticia alguna. «Y probablemente no la tengamos nunca, pues en Haití no existen prácticamente registros de población», afirma el padre salesiano Víctor Pichardo, Superior de la Inspectoría de las Antillas, desde la República Dominicana. «Un desafío inmenso», reconoce el padre Víctor, al que se enfrenta la Comunidad Internacional, y de manera especialmente intensa, la Iglesia, de la mano de las Congregaciones allí presentes.

«Nosotros estamos recibiendo ayuda de la Congregación salesiana de diferentes partes del mundo, como España, Italia, Alemania... -afirma el padre Víctor-. El Rector Mayor nos ha pedido a los salesianos de Santo Domingo que hagamos de puente para ordenar y hacer llegar las ayudas que nos van llegando. Ya hemos entrado en varias ocasiones a Haití para llevar camiones de alimentos, medicinas, agua, combustible...» La ayuda internacional, reconoce, «empieza a disminuir». En realidad es algo que se esperaba. Los medios de comunicación se vuelcan sobre la tragedia con ímpetu, provocando un aluvión de generosidad, que va decreciendo al mismo tiempo que decrece el espacio que le dedican a Haití los medios de comunicación.

Mientras tanto, los terrenos en los que se encontraban ubicados los colegios, o las misiones salesianas, se han habilitado como pequeños campos de refugiados temporales, mediante tiendas de campaña. La gente acude allí a cobijarse, conscientes de que serán atendidos y se les proporcionará agua y alimentos, como sucede en uno de los colegios, que alberga a más de 3.000 personas.

A partir de esta realidad, el padre Víctor ve claramente tres problemas fundamentales, que comienzan a abordarse precisamente por esta solución temporal de las tiendas de campaña, pero parece prolongarse mucho más de lo deseado. «Una vez que va pasando el drama de la pérdida de los seres queridos, vemos el grave problema de la gente sin hogar. Encontramos a muchas personas deambulando por las calles, y otras muchas que han ido a refugiarse al campo, a casa de familiares. No hay refugios preparados con cierta salubridad y seguridad, no hay nada... Se hace necesario, al menos, la reconstrucción inmediata de edificios, o al menos un lugar digno para la población».

Por otro lado, está el problema de los huérfanos: «Vamos a tratar de identificar a todos los huérfanos que han quedado en las zonas de las misiones salesianas. Hay que hacer estadísticas, estudios, acercamientos... Pienso que la solución no es, como se está barajando en algunos lugares, sacar a los niños de Haití y llevárselos. Creo que no deben desarraigarlos de su nación, sino intentar ayudarlos dentro de su país».

El tercer grave problema que están contemplando es la educación. Los medios de comunicación se han hecho eco ya del grave peligro de secuestro que corren los niños que vagabundean por la calle, sin poder ir a la escuela ni a ningún centro que los acoja. «¿Qué podemos ofrecer los salesianos?», se pregunta el padre Víctor. «Ésta es nuestra grave preocupación. ¿Los traemos, aunque sea para darles clases en carpas, para que no pierdan el año? Debemos entretenerlos como sea, para que no estén en la calle. Es un asunto que nos preocupa muchísimo».


Fotografías del antes y del después de varios
colegios de Salesianos en Puerto Príncipe.
En ellas se puede apreciar la destrucción de los edificios,
y cómo cientos de personas sin hogar son acogidas en los terrenos de los colegios.


¡COLABORA CON TU DONATIVO!
Banco Popular

Titular: Misiones Salesianas - Ayuda Haití
CCC: 0075 0001 85 0607077059

UNA VALIOSA COLABORACIÓN


EL PURPURADO SALESIANO CONFIRMADO POR BENEDICTO XVI COMO
SECRETARIO DE ESTADO


Al Venerado y querido hermano
el señor cardenal Tarcisio Bertone



Con la fina sensibilidad que le caracteriza, usted, al cumplirse su 75 cumpleaños, ha querido volver a poner en mis manos el mandato de secretario de Estado. Deseo ante todo agradecer al Señor, junto con usted, el bien realizado en tantos años de su ministerio sacerdotal y episcopal.

 
En la presente circunstancia, con vivo reconocimiento, quiero recordar el largo camino de nuestra colaboración, iniciada con su trabajo como consultor de la Congregación para la doctrina de la fe. Pienso también en el delicado trabajo que usted ha realizado para construir el diálogo con monseñor Marcel Lefèbvre y no olvidaré nunca la visita a Vercelli, que para mí fue motivo de un renovado encuentro con un gran testigo de la fe, san Eusebio de Vercelli.

 
Llamado por mi amado predecesor a prestar servicio en la Curia romana, usted desempeñó con competencia y generosa dedicación la función de secretario de la Congregación para la doctrina de la fe. Fueron años intensos y arduos, durante los cuales nacieron documentos de gran importancia doctrinal y disciplinaria.


Siempre he admirado su "sensus fidei", su preparación doctrinal y canónica y su "humanitas", que nos ha ayudado mucho a vivir en la Congregación para la doctrina de la fe un clima de auténtica familiaridad, unida a una decidida y determinada disciplina de trabajo.


Todas estas cualidades son el motivo que me llevó, en el verano de 2006, a la decisión de nombrarlo mi secretario de Estado y son la razón por la cual en el futuro tampoco quiero renunciar a su valiosa colaboración.


Quiero, por tanto, señor cardenal, desearle ahora todo bien y prosperidad en el Señor, invocando la abundancia de la Gracia divina sobre su ministerio de estrecho colaborador mío.


Mientras lo encomiendo, por último, a la especial protección e intercesión de MARÍA AUXILIADORA y de los Apóstoles san Pedro y san Pablo, le imparto de corazón, deseando abundantes recompensas divinas, la bendición apostólica, que extiendo de buen grado a sus seres más queridos y cercanos".



Vaticano, 15 de Enero de 2010



martes, 2 de febrero de 2010

2 DE FEBRERO: FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR


HIMNO DE LAUDES

En el templo entra María,
más que nunca pura y blanca,
luces del mármol arranca,
reflejos al oro envía.
Va el Cordero entre la nieve,
la Virgen nevando al Niño,
nevando a puro cariño
este blanco vellón leve.

Las dos tórtolas que ofrece
ya vuelan y ya se posan.
Ana y Simeón rebosan
gozo del tiempo que crece,
que estalla, que está; no hubo
quien, viendo al blanco alelí,
dijera -por ti, por mí-
que al hielo esta noche estuvo.

Ya ha cesado la nevada;
y el Niño tan blanco, blanco,
oye que va a ser el blanco
de contradicción, la espada,
ay, para su Madre, y mueve
hacia ella sus ojuelos,
regalando desconsuelos,
como si él no fuera nieve.

Gloria al Padre, gloria al HIjo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.  Amén.





HIMNO DE VÍSPERAS

Ya han transcurrido los cuarenta días
desde la fecha en que nació Enmanuel,
Rey de naciones, lumbre de Israel,
la salvación del mundo, el Mesías.

Y tú, que siendo virgen, concebías,
y tú, la vencedora de Luzbel,
Madre del niño-Dios, del nuevo Abel,
respetas a las bajas jerarquías.

Permaneces de pie en el antetemplo,
esperas te reciba el sacerdote,
vas a purificarte, sin pecado.

Tu sumisión es magistral ejemplo
y dos tórtolas es sobrado lote
para ser un mortal mundificado.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.  Amén.


ÚLTIMA SABATINA DEL MES DE ENERO


María, cuya frente
baña la aurora eterna,
cual sol resplandeciente,
consuelo del mortal;

A todo el que te implora
con voz humilde y tierna,
muestra por fin, Señora,
la patrina celestial.

María, cuyo seno
del Verbo fue morada;
edén por gracia lleno
del más divino amor:

Pues miras el quebranto
del alma conturbada,
preste tu excelso manto
refugio al pecador.

María poderosa,
Reina del cielo y tierra,
que huellas victoriosa
la frente de Luzbel;

Por Dios que hacete pudo
vencer en cruda guerra,
sé del cristiano escudo,
imán del pecho infiel.

Cual siervo de tu nombre,
lucero de los mares,
así se humilla el hombre
buscando vida y luz.

Y al fin, de polo a polo,
del mundo en los altares
reine doquier tan sólo
la gloria de la Cruz.  Amén.