Señora y Madre de Dios,
que aunque estás de gracia llena
sufres y lloras rezando
el rosario de Tu pena.
Cada cuenta de dolor
es una lágrima pura
que perdona para siempre
mi pecado y mi locura.
Arrepentido te imploro
que riegues el pecho mío
con lluvia de bendiciones
como un celestial rocío.
Yo también tengo un calvario
no me dejes, ven conmigo,
Madre Mía del Rosario.
Entre Tus dedos de Rosa
cuelga un Rosario de Luz
con la Sangre que Tu Hijo
ha derramado en la Cruz.
Dolor y traición del huerto,
golpes y fieras espinas
y una calle de amargura
cuando a la muerte camina.
Jesús en la Cruz se muere
entre la tierra y el cielo
pero volverá a la vida
y esa luz es tu consuelo.
Yo también tengo un calvario
no me dejes, ven conmigo,
Madre Mía del Rosario.