Lc. 1, 30-31, 38
«Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra».
«Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Dijo entonces María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra».
REFLEXIÓN DE JUAN XXIII
Este es el punto más luminoso, el que une el cielo con la tierra, el más grandioso acontecimiento de los siglos.
El Hijo de Dios, Verbo del Padre, por quien todo fue hecho de cuanto se hizo en el orden de la creación, asume la naturaleza humana para convertirse en el Redentor y el Salvador de la humanidad entera.
María Inmaculada, la flor más bella y fragante de la creación, diciendo: «He aquí la esclava del Señor», como respuesta a las palabras del ángel acepta el honor de la divina maternidad que al punto se cumple en ella; y nosotros, como hermanos redimidos de Cristo, nos convertimos todos en hijos de Dios. Oh Sublimidad, oh ternura de este primer misterio.
Nuestro principal y continuo deber es el dar gracias al Señor, que se ha dignado salvarnos haciéndose hombre y nuestro hermano.